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Pérdida auditiva y cambios de comportamiento: una señal temprana de demencia

Las enfermedades neurológicas se han convertido en un gran problema público. Atender a sus signos precoces, como la hipoacusia, puede marcar una gran diferencia.

La pérdida auditiva es una señal temprana de deterioro cognitivo.

Las enfermedades neurológicas se han convertido en un gran problema de salud pública. De entre ellas, destaca el Alzhéimer, la principal causa de deterioro cognitivo en el mundo —es la responsable de entre el 50 y 70% de los casos totales de demencia— y un problema sanitario y económico de primera magnitud. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya es una de las diez principales causas de discapacidad, dependencia y mortalidad en todo el mundo. La dimensión es tal, que ha sido catalogado como “la verdadera epidemia estructural del siglo XXI”.

Para que el lector se haga una idea, el último informe de la Alzheimer’s Disease International (2015) calculó que, en ese año, había 46 millones de personas en el mundo con demencia. Según sus proyecciones, para 2050 la cifra habría ascendido hasta los 131,5 millones. Esto supone, como bien apunta la OMS, un gran problema tanto para la salud de las personas como para un correcto funcionamiento de los servicios de salud.

Las principales causas del aumento de la demencia se relacionan con el incremento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la población. La edad es el principal factor de riesgo para este problema. Si bien, tanto la demencia tipo Alzhéimer como el resto de las patologías son de origen multifactorial. Existen distintos factores de riesgo, algunos de ellos modificables, como es el caso de la hipoacusia o deficiencia auditiva.

Oímos con el cerebro, no con los oídos, por lo que éste desempeña un papel crucial en la escucha y la comprensión de habla. De ahí que la deficiencia auditiva se asocie con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y Alzhéimer, como concluyó una investigación publicada en JAMA Internal Medicine y un metanálisis que juntó información de más de 7.400 personas. Más concretos son los datos de una comisión de la revista Lancet, que asoció una disminución de la cognición por cada 10 decibelios de reducción de la audición.

“Parece que hay una relación fuerte entre la pérdida auditiva y el declive cognitivo, pero lo interesante es que esto no es sólo un problema médico, también un problema de comportamiento”, explica a BeWay Sebastián Lelo D Larrea, Behavioral Data Scientist.

Cambios en la conducta

“Las personas con pérdida auditiva muchas veces empiezan a aislarse socialmente, dejan de ir a reuniones o restaurantes porque les cuesta trabajo seguir conversaciones. Y ese aislamiento tiene un impacto directo en su salud cognitiva. Cuando alguien no puede oír bien, no siempre lo dice. Más bien se retrae, deja de participar, evita conversaciones… Y ese cambio en la conducta puede acelerar el deterioro”, prosigue.

En esta línea, la pérdida de audición sería algo más de un problema en sí mismo. Conlleva otros comportamientos catalogados de factores de riesgo modificables, como es el caso del aislamiento social. Así lo determinó, por ejemplo, una investigación llevada a cabo por profesionales de la Universidad McGill de Montreal (Canadá).

La buena nueva es que existen herramientas de screening para detectar una posible relación entre deterioro cognitivo y auditivo. No obstante, como bien apunta Sebastián, son pruebas que requieren de recursos de alto coste y que no siempre están disponibles para los pacientes. “Las evaluaciones de screening enfocadas en detectar dificultad sensitiva y declive cognitivo son necesarias para prevenir la demencia. El problema con los tests actuales es que requieren un profesional de la salud, un hospital y cuestan dinero y tiempo”, explica.

Para mejorar la situación, junto con profesionales de la Universidad de Northeastern, el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez y el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, Sebastián ha desarrollado un método para poder detectar de forma precoz ese deterioro cognitivo y auditivo y poner en marcha todas las alertas. “Lo que estamos haciendo es desarrollar herramientas digitales para medir la conducta de las personas sin necesidad de un especialista. Esto nos permite hacer evaluaciones a gran escala”, comenta. Los resultados de su estudio han sido publicados en la Journal of Alzheimer’s Disease.

Expandir más a la población

Para su trabajo, realizaron una batería de pruebas digitales que permitieron evaluar la audición y la cognición de los sujetos sin necesidad de un equipo especializado. La sencillez de las pruebas permite hacerlas desde casa; simplemente se necesita un teléfono móvil. En total, contaron con 150 participantes, procedentes de distintos lugares de México. “Muchas de estas pruebas no son explícitamente cognitivas, pero sí nos permiten inferir cómo está funcionando el cerebro de la persona a través de su conducta”, prosigue Sebastián.

La idea, ahora, es dar a conocer el proyecto y poder seguir expandiendo estas pruebas con más y más población. Por ejemplo, una vía de solución que aporta el experto es comenzar a implementar en las empresas este tipo de tests como prevención de riesgos laborales: “La cantidad de dinero que se gasta en pérdida auditiva, entre productividad perdida, seguros y subsidios es de miles de millones de dólares a nivel mundial. Si una empresa tiene empleados con pérdida auditiva no tratada, la falta de productividad puede ser brutal”.

Ante las fatídicas previsiones del avance de esta enfermedad, actuar ahora podría marcar un antes y un después en sus efectos: “Si podemos detectar cambios en la conducta antes de que la persona misma se dé cuenta de que tiene un problema, podemos intervenir a tiempo. El comportamiento humano nos da pistas muy claras sobre la salud de una persona, y la clave está en medirlo de manera precisa y accesible”.


Team

Sebastián Lelo de Larrea

sebastianlelodelarrea@beway.com

María Pérez

mariaperez@beway.com

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